Un fusible conectado en un determinado circuito, puede encontrarse con tres regímenes que caracterizan la condición de trabajo, con un factor en común: La cantidad de corriente que circula por el elemento fusible.
El fusible presenta un comportamiento resistivo dentro de un circuito eléctrico, generalmente de bajo vapor, y como tal ocasiona un consumo de potencia y energía que finalmente es transformada en calor (energía absorbida), según la ley de Joule. Este calor se desarrolla en torno al elemento del fusible, y gracias a la buena capacidad de absorción de energía que posee la sílice, este calor es disipado al medio que rodea al fusible (energía disipada). Además existe un valor de energía necesaria para provocar la fusión del elemento fusible y por consiguiente, la interrupción de la corriente que lo circula. Esta diferencia entre energías es la que caracteriza a cada régimen operativo:
1. La primera condición bajo la cual puede estar trabajando un fusible es el régimen permanente. Durante este régimen, la energía térmica debida a la circulación de la corriente, menos la cantidad de energía disipada al medio que rodea al fusible, es menor a la energía necesaria para fundir el elemento fusible. Este régimen se conoce como condición normal de operación.
2. El régimen de sobrecarga está caracterizado por la interrupción de la corriente que circula por el fusible en un tiempo prolongado (régimen no—adiabático). La energía generada por el fusible producto de esta corriente de sobrecarga, menos la cantidad de energía que se disipa al medio por las paredes del cuerpo, es mayor que la energía térmica necesaria para provocar la fusión del elemento fusible.
3. La tercera condición corresponde al régimen de cortocircuito, donde la corriente que circula por el fusible es de gran magnitud , y la energía térmica generada por esta corriente es enteramente utilizada para fundir el elemento fusible, sin disipar al medio que lo rodea (régimen adiabático).
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