Más que por la belleza con que engalanan a las ciudades, los árboles deben ser respetados y apreciados como vecinos citadinos que nos brindan muchos beneficios.
Los árboles y las ciudades sí pueden vivir en armonía, pero no solo con enormes parques que funcionan siendo pulmones de las grandes urbes, como se aprecia en Nueva York con el Central Park o en México DF con el largo Paseo de La Reforma o Chapultepec; sino también en ingeniosos conceptos arquitectónicos como el tema de los techos verdes que ciudades como Tokyo, por ejemplo, ha impulsado los últimos años.
Ya en el pasado este último concepto surgió en una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, los Jardines Colgantes de Babilonia, que fascinaron a Alejandro Magno en su entrada triunfal a la mítica ciudad-estado que recién había conquistado en el inicio de construcción de su gran imperio.
Pero más allá de lo estético, también se debe imprimir un sentido de orden en qué sembrar y cuánto sembrar, lo que se considera como parte primordial de verdaderos planes de desarrollo urbano que no solo deben contener temas urbanísticos, sino también el ambiental, contemplando zonas verdes en medio de la jungla de concreto de las ciudades.
En ese sentido, por ejemplo, según publicó la agencia noticiosa EFE a mediados de este febrero de 2015, el Ayuntamiento o Alcaldía de Burgos, en España, ya edita su guía de árboles de la ciudad que recoge más de un centenar de clases de árboles de 74 especies, que se busca proteger.
El autor de la guía, el ingeniero de montes Alberto González, destacó que España es el país europeo con mayor biodiversidad. González considera que los árboles también son patrimonio y son fundamentales para el ser humano, por lo que su conocimiento es parte también de la cultura.
Pero en su relación con las ciudades, la concejala de Medio Ambiente de Burgos, Carolina Blasco, confirmó en conferencia de prensa, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que las ciudades cuenten con al menos 10 metros cuadrados de zona verde por habitante, mientras que Burgos excede por mucho la recomendación, con 90 metros cuadrados.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala diversos estudios que demuestran que la proximidad a los árboles puede reducir los casos de asma infantil y las alergias, ya que mejoran la calidad del aire con su aporte de oxigeno y humedad, y reducen la contaminación urbana al atrapar y eliminar todo tipo de partículas nocivas.
Aparte, en el aspecto financiero, el portal TreeHugger calcula que una vivienda con árboles cercanos o en su misma propiedad aumenta entre un 10% y un 23% su valor económico.
Con todo, además de engalanar las ciudades, como lo ha hecho en febrero uno de los dos árboles nacionales en El Salvador, el Maquilishuat (Palo de Rosa en náhuatl), que adorna el paisaje urbano con sus flores de color rosa; hay que apreciar y respetar a estos vecinos citadinos por todos los beneficios de salud, ambientales y económicos que nos brindan.