miércoles, 1 de octubre de 2014

El respeto al derecho ajeno es la paz. ¿Realidad o utopía?

El marco de deberes y derechos habría sacado a los seres humanos de las cavernas, los habría traído de la barbarie a la civilización y, salvo contados ejemplos de totalitarismo en el mundo, es lo que mantiene estable y en sana convivencia al planeta.

Cuando Benito Juárez, el estadista mexicano, dijo en el Siglo XIX que el respeto al derecho ajeno es la paz, pudiera haber parecido un tanto irreal o utópica para aquellos tiempos de revoluciones, independencias y guerras, pero ¿será una realidad para los tiempos presentes o sigue siendo un ideal de aquel abogado del México aún con tintes imperialistas franceses y de salida de la dictadura de Porfirio Díaz?

Algunos juristas de los derechos humanos definen los derechos y deberes como la base de la civilización, lo que sacó al ser humano de las cavernas, y salvo algunos sectores en el mundo que aún mantienen atmósferas de barbarie, la mayor parte del globo vive en un estricto respeto a ese marco de cumplimiento de los derechos y deberes, que hacen que la mayoría de la humanidad conviva en un ambiente estable y civilizado.

En ese sentido, la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, establece en su preámbulo que todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están por naturaleza de razón y conciencia, deben conducirse fraternalmente los unos con los otros.

En cuanto al marco de deberes, indica la misma Declaración que el cumplimiento del deber de cada uno es exigencia del derecho de todos. Derechos y deberes se integran correlativamente en toda actividad social y política del hombre. Por lo que si los derechos exaltan la libertad individual, los deberes expresan la dignidad de esa libertad.

Además, los deberes de orden jurídico presuponen otros, de orden moral, que los apoyan conceptualmente y los fundamentan. Es así que es deber del hombre servir al espíritu con todas sus potencias y recursos porque el espíritu es la finalidad suprema de la existencia humana y su máxima categoría.

También, es deber del hombre ejercer, mantener y estimular la cultura por todos los medios a su alcance, porque la cultura es la máxima expresión social e histórica del espíritu. Y puesto que la moral y buenas maneras constituyen la floración más noble de la cultura, es deber de todo hombre acatarlas siempre.

Sin embargo, la historia confirma que antes de llegar a ese equilibrio de derechos y deberes, el mundo ha tenido que pasar por cruentas guerras, que inclusive han enfrentado a ciudadanos de los mismos países.

Entonces el compromiso de la humanidad parece ser el salvaguardar los derechos y deberes alcanzados, y no tener que volver a pasar por revoluciones y conflictos para facilitar que algunos pueblos que aún viven en el totalitarismo alcancen ese ideal.

Pareciera que estos planteamientos siguen siendo una utopía, pero el buscar la garantía de la sana y equilibrada armonía entre seres humanos, sin importar su ideología, credo u orientación sexual, definitivamente refuerzan lo expresado por Juárez hace más de un siglo, de que el respeto al derecho ajeno es la paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario